sábado, 14 de abril de 2018

Lo obvio y lo obtuso

Roland Barthes. Lo obvio y lo obtuso.

Directo a los ojos

La ciencia interpreta la mirada de tres maneras (combinables); en términos de información (la mirada informa), en términos de relación (las miradas se intercambian), en términos de posesión (gracias a la mirada, toco, alcanzo, apreso, soy apresado): tres funciones: óptica, lingüística, háptica. Pero la mirada siempre busca : algo, a alguien. Es un signo inquieto: singular dinámica para un signo; su fuerza lo desborda.

Frente a mi casa, al otro lado de la calle, a la altura de mis ventanas, hay un piso aparentemente desocupado; no obstante, de vez en cuando, como en los mejores folletines policíacos o fantásticos, una presencia, una luz bien entrada la noche, un brazo que sale y cierra un visillo. Como no veo a nadie y yo soy el que miro (escruta) deduzco que no estoy siendo mirado, y dejo abiertas las cortinas. Pero quizás es al contrario: quizá yo soy que, sin cesar, soy intensamente mirado por alguien agazapado. La moraleja de este apólogo sería que, a fuerza de mirar, uno se olvida de que puede ser también  objeto de miradas, Es más: en el verbo mirar, la frontera entre voz activa y pasiva son inciertas.

Traducción de C. Fernández Medrano

Lo obvio y lo obtuso
Roland Barthes (1915-1980)

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