viernes, 4 de agosto de 2017

El temor

François-Nicolas Chifflart. La Conciencia (1885).

Tal vez cometí un crimen del que ya no me acuerdo.
Puede que en otro siglo fuese flecha o leopardo,
gas de un pantano turbio, rey temeroso, espía
de una maldita causa.
De algo me arrepiento, cuya espesa raíz
no acabo de palpar. Me doy
en el centro del pecho con un puño de grava,
y acabo demandando perdón por mi defecto
de memoria. Es posible (en la noche se alzan
estas insinuaciones del olvido) que hace
mucho tiempo alterara la paz de una gacela
o comiera sus ojos
incluso. ¿Pero cómo?
¿Rocié con veneno el agua de los ríos?
¿Violé con un esparto la humedad de las vírgenes?
¿Corté brazos de niños, en honor de una estatua
alzada en la manigua de los tigres
(que lamieron la sangre)?
Nunca sabré qué pude hacer en otras noches
apretadas en largos desfiladeros, frente
a reptiles de grandes bocas que llameaban.
Presumo que no estoy del todo entre estas nobles
paredes con paisajes enmarcados de oro;
que otro tiempo fue mío, que en otra luz estuve,
que de otra esquina vino la sospecha
de la agresión de algo.
Y que incendié los campos por el gusto de arderlos.
Y que comí las frutas sabiamente prohibidas.
Y que por eso tengo, cuando la paz se pudre,
el temor de haber sido.

Glosa (1982)
Alfonso Canales

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