Boris Davidovich. Sello conmemorativo.
Los antiguos griegos tenían una costumbre digna de respeto: a las víctimas de un incendio, a los devorados por el cráter de un volcán, a los que la lava había sepultado, a los descuartizados por las fieras o a los que los tiburones habían engullido, a los desgarrados por los buitres en el desierto, les construían en su patria los llamados «cenotafios», tumbas vacías, porque el cuerpo es fuego, agua y tierra, pero «el alma es alfa y omega, y es a ella a quien se debe levantar un santuario».
Traducción del servocroata por Pilar Gil Cánovas
Una tumba para Boris Davidovich
Danilo Kis
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